¿Cómo andas de autocontrol?

autocontrol

De vez en cuando aparece en televisión ese tipo de programas en los que ponen a prueba a niños.

Les colocan solos en una habitación frente a una de sus chuches preferidas –que previamente han advertido que no deben probar– y la gracia está en ver cómo reaccionan ante semejante tentación.

El experimento original lo llevó a cabo Walter Mischel en la década de los años 60 con más de 600 niños en edad preescolar.

Se les llamaba de manera individual a una habitación y allí presentaban a cada niño tres tipos de golosinas de entre las cuales había que escoger una. Una vez que el peque señalaba su favorita empezaba el reto del autocontrol. El investigador colocaba la golosina frente al niño y se ausentaba de la habitación, pero antes le decía que si aguantaba 15 minutos sin comerla, a su vuelta le daría la que había en el plato y otra más a modo de recompensa.

Aproximadamente 1/3 de los niños se comían inmediatamente la golosina en cuanto el adulto salía por la puerta.

Otro tercio aguantaba una media de 3 minutos hasta que no podía más y sucumbía a la tentación.

Y el último tercio esperaba los 15 largos minutos hasta que volvía el investigador y le daba la recompensa que se había ganado. En esa interminable espera los niños recurrían a mil estratagemas. Unos se tapaban los ojos o le daban la espalda para no verla, otros cantaban para distraerse… cualquier cosa que sirviera para no pensar en la golosina.

Sin embargo, los datos estadísticos no fueron lo más interesante de este experimento. Lo verdaderamente relevante fue el seguimiento posterior que se hizo de esos niños en la adolescencia.

¿Cómo eran con doce años más?

Resultó que aquellos peques que en su día sí resistieron la tentación, de mayores se mostraban más confiados, eran más autosuficientes y estaban más capacitados para lidiar con la presión y el estrés. Mientras que los que comieron la golosina sin esperar a la llegada del investigador eran más indecisos, desconfiados, se alteraban más fácilmente por las frustraciones y tendían a reaccionar de forma exagerada con un temperamento fuerte.

¿Tienes identificada tu golosina particular?

Si esa misma prueba la realizaran en versión adulta a ti o a mí, en lugar de golosinas colocarían frente a nosotros nuestro propio Smartphone. Teléfono que por supuesto no podríamos tocar. Mientras, en la pantalla se nos mostraría bien visible el icono de que hay 30 o 40 whatsapp sin leer, al tiempo que suena el zumbido que nos avisa de que entran otros nuevos.

A ver quién es el valiente que se resiste a ello. 😉

Bromas aparte, lo cierto es que cada día nos enfrentamos a innumerables pruebas de autocontrol. El móvil es sin duda una tentación. Pero también podría ser el tabaco, la comida, las compras por impulso, los juegos electrónicos, internet, nuestra red social preferida, etc.

En el terreno profesional, la golosina sería cualquier cosa que rompa tu concentración, que te distraiga o interrumpa la productividad. Como por ejemplo, el compañero que se te acerca para preguntar si sales a fumar un cigarrillo, el aviso sonoro de que ha entrado un nuevo mensaje en la bandeja de entrada o incluso el propio desorden del escritorio que termina siendo un obstáculo cuando necesitas localizar urgentemente un papel.

En definitiva, situaciones que proporcionan diversión, comodidad o un placer inmediato pero que a la larga no ayudan a lograr tus objetivos.

¿Cómo andas de autocontrol?

Autocontrol es…

Mantener la calma cuando alguien te desafía.

Aceptar las críticas sin ponerse a la defensiva.

 No perder los nervios ni entrar en pánico en circunstancias difíciles o de estrés. Tampoco hacer una montaña de un grano de arena.

Aceptar las cosas como vienen cuando éstas no salen como uno quiere.

El autocontrol es un atributo esencial en un mando intermedio. Pero eso sí, que no te llegue a obsesionar el control de tus acciones y reacciones. Demasiado autocontrol desgasta. Y a veces es bueno darse un capricho o mostrar que se tiene sangre en las venas. A propósito de esto último me acuerdo de un chiste de Eugenio que dice:

– ¿Y tú qué haces para mantenerte tan joven?
– Es que nunca discuto con nadie.
– ¡Cómo que nunca discutes! No será por eso.
– Bueno, pues no será por eso…

El gobierno más difícil es el de uno mismo. (Séneca)

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Fuentes:
Success depends on self-control
La ciencia del autocontrol.
Créditos imagen: © Heide Benser/Corbis

2 comentarios

  • Gorka

    Lo primero darte la enhorabuena por el blog.

    Había leido el experimento de la golosina hace poco en relacion a los corruptos. Me hizo gracia. Viene a demostrar mas o menos que estamos ya determinados desde pequeños.
    Bueno, es en eesa edad en la que aprendemos lo mas importante, a jugar, a querer, y a no hacer trampas. Si no lo aprendes ahi, parece que ya empiezas con desventaja.

    Un saludo, y gracias por el post. Un saludo.

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