Las promesas incumplidas siempre pasan factura.
No corren buenos tiempos para la credibilidad. Y menos aún en determinadas profesiones donde los niveles de confianza dejan mucho que desear.
En el último estudio global de confianza en las profesiones 2014 realizado por GFK encabezan la lista como profesionales más fiables: (por orden) bomberos, enfermeros, doctores, farmacéuticos y profesores. Y los que menos confianza inspiran: políticos, alcaldes y personal de banca en general. Resultados que no sorprenden.
Pero independientemente de la profesión y del puesto o cargo que cada uno ocupa, la credibilidad personal es un atributo fundamental. Si tu equipo no confía en ti, estás perdido. Así de simple.
¿Conoces la historia de la rana y el escorpión?
Se cuenta que un escorpión quería cruzar un arroyo. Estando en la orilla vio una rana y le pidió si podía ayudarle a cruzar al otro lado.
«Oh no –dijo la rana–. Si te llevo sobre mi espalda me picarás.»
«¿Y por qué querría picarte cuando ambos nos pondríamos en peligro?» -le respondió el escorpión.
La rana considerando la situación decidió aceptar la petición. Pero a mitad de camino, el escorpión clavó su aguijón en la espalda de la rana y los dos comenzaron a hundirse.
«¿Por qué rompiste tu palabra y me picaste, sabiendo que ambos iríamos a una muerte segura?» -preguntó la rana.
«Porque es mi naturaleza» -dijo el escorpión.
Si la gente no cree en el mensajero, no van a creer el mensaje.
Sin llegar al extremo del escorpión de la historia, tengo que decir que nadie es perfecto. Algunas veces hay que hacer malabarismos para cumplir con los compromisos, plazos y promesas dadas a la gente. Todos hemos metido la pata en algún momento de nuestras carreras pero a pesar de ello se puede salvar la situación si (1) se actuó de buena fe, (2) se hace un esfuerzo por solucionar el problema y (3) no lo hacemos muy a menudo.
- ¿Asistirías puntual a una reunión cuando el que la dirige acostumbra a llegar 20 minutos tarde?
- ¿Comprarías un producto cuando el propio vendedor se muestra inseguro y desconfía de sus propiedades?
- ¿Te fiarías de la palabra de alguien cuando en otras ocasiones ya te ha engañado?
Cada persona es responsable de su mucha, poca o nula credibilidad. Cada vez que lo que decimos no se corresponde con lo que hacemos nuestra palabra pierde valor. Como cuando te comprometes a echar una mano y luego no lo haces o apareces cuando ya no haces falta. A veces echamos balones fuera culpando al entorno, a la carga de trabajo o incluso a la exigencia del jefe. Pero en el fondo no son más que eso: promesas incumplidas.
Repertorio de excusas.
Las excusas no sirven más que para auto-engañarnos, salir del apuro y hacernos sentir mejor. Estos cuatro pretextos son bastante habituales. ¿Se te ocurre alguno más?
«Lo que prometí era poco importante«.
«En realidad tampoco llegué a concretar nada«.
«Estoy seguro que lo entenderá«.
«Lo que te voy a contar no debe salir de aquí. Me han dicho que no lo comente, pero sé que tú guardarás el secreto«.
¿Se puede romper una promesa y mantener intacta la credibilidad?
La respuesta depende de muchos factores. Unos tienen más tolerancia que otros y soportan mejor las promesas rotas, pero también es determinante lo que está en juego y las consecuencias que podría acarrear no hacer aquello a lo que te has comprometido.
Si ves que no puedes seguir adelante y claramente no vas a cumplir con la palabra dada, dilo. No lo ocultes. Asume el error. Da la cara.
Por más difícil y vergonzoso que sea explica las razones (si las hay) que te han llevado a incumplir la promesa. Una disculpa a tiempo siempre inspira más confianza que la mejor de las excusas.
Una pizca de asertividad también es conveniente para tu particular credibilidad. No hay nada malo en decir «No te puedo dar una respuesta ahora, déjame pensarlo y luego te digo». Es preferible no comprometerte a algo que no tienes la certeza de poder cumplir. Las promesas rotas nunca pasan desapercibidas…
Si te ha gustado el artículo, puedes compartirlo en tus redes sociales. ¡Gracias!
Créditos Image by © A. Chederros/Onoky/Corbis
Hola Pilar, una artículo muy bueno como todos los que escribes, un abrazo Sonia