Si tuvieras que calificar a tu jefe, ¿qué nota le darías?

Siempre me he preguntado si los malos jefes sospechan que lo son o por el contrario son totalmente ajenos a la opinión que de ellos tienen sus subordinados.
¿Alguna vez se plantearán si su manera de actuar es la correcta o ni siquiera se lo cuestionan porque están absolutamente convencidos de que así es? ¿Estarán ciegos ante sus propias debilidades?
En el mundo laboral pocas cosas son casuales. A poco que se sepa leer entre líneas, se perciben señales inequívocas de que algo no marcha bien: ambiente tenso en la oficina, subordinados que evitan cruzarse el jefe y que reducen la comunicación a la mínima imprescindible, una tasa de rotación del equipo más alta de lo normal, etc.
Si tuvieras que calificar a tu actual jefe, ¿qué nota le darías?
Eso es precisamente lo que preguntó Harris Poll en una encuesta para CareerBuilder en Estados Unidos. Algo más de tres mil trabajadores del sector privado tuvieron que evaluar el desempeño de sus jefes y darles una calificación entre la A y la F.
Hay que decir que en EE.UU utilizan un sistema de calificación distinto al español. En lugar de emplear valores numéricos (0-10), lo hacen con las primeras letras del alfabeto. Por ejemplo, la A se corresponde con un sobresaliente y va decreciendo hasta la letra F que equivale a un muy deficiente.
Este fue el resultado de la encuesta:
A : 24%
B : 39%
C : 23%
D : 9%
F : 5%
La encuesta menciona otros tres datos importantes:
En primer lugar, la cantidad de trabajadores que de manera habitual sólo se comunica una vez al día con su jefe (o incluso menos) y que representa un nada despreciable 17%.
Como es de suponer, la calificación mejora a medida que hay más interacción entre ellos, mientras que a mayor silencio peor valoración.
En segundo lugar, 1 de cada 4 trabajadores afirma que el principal medio de comunicación con su jefe es a través del correo electrónico. Lo que no significa que esté mal, porque como dice R. Haefner (Vcpta.de RRHH de CareerBuilder) «si las funciones y expectativas están claramente definidas, puede ser la forma ideal de comunicación para muchos empleados.»
Y por último, el factor que determina la nota F de los jefes (un claro suspenso) es el hecho de asignar tareas inapropiadas a los empleados y que no tienen nada que ver con sus puestos de trabajo.
El estudio menciona algunos casos reales que cuesta creer qué hayan ocurrido de verdad. Como por ejemplo, obligar a un empleado a que diera la cara en el despido de un compañero y que luego le llevara en coche a casa, presionarle a dar un me gusta a los videos que cuelga en Facebook, que espiara a la alta dirección en su ausencia, pedir que estuviera preparado para eliminar todos los correos electrónicos y archivos del PC en cualquier momento, que fuera a un edificio de oficinas abandonado a ver qué muebles o materiales de construcción se podían aprovechar, o incluso ordenar al empleado que comprara unos artículos con su cuenta personal de Amazon para evitar que la pareja del jefe se enterara.
Algunas situaciones son verdaderamente sorprendentes. ¿Será imprudencia? ¿Descaro? ¿Torpeza?
Puede que la explicación de que haya jefes tan osados sea porque hay un porcentaje muy amplio (39%) que se auto declara amigo de su jefe. Y éstos, al tener el poder en esa relación de confianza mal entendida, creen que todo vale y que cualquier cosa es legítima porque se tolera y consiente. Realmente no encuentro otra explicación para alcanzar a comprender situaciones tan poco profesionales.
Hace unos pocos días ha surgido una noticia que bien podría estar entre esos casos reales a los que se refería la encuesta.
La noticia decía que un subdirector chino había sido destituido por hacer que un empleado le llevara cargado a la espalda (a cuestas) porque el suelo estaba mojado cubierto de charcos de barro y no quería mancharse los zapatos. Había ido a visitar una zona en la que recientemente habían muerto dos estudiantes por unas inundaciones y ni siquiera se había molestado en llevar botas de agua. Antes que eso, prefirió utilizar a un subordinado a modo de transporte particular.
Por qué resultará tan difícil poner un poco de sentido común en algunas mentes de los que están en los niveles altos de la jerarquía: y ni siquiera hay que mirar tan arriba, también en cualquiera de los que gestionan un modesto equipo de 2, 5 o 10 personas.
¿Qué nota te pondría tu equipo? ¿Pasarías la prueba del algodón?
Buena comunicación, respeto, respaldo, retroalimentación y un poco de inteligencia emocional y seguro que el aprobado está garantizado. ¿Pero te conformas con eso?
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Otra fortaleza de un líder es aprender a escuchar para que todo fluya mejor.