¡Hablemos español, leches! El abuso de extranjerismos innecesarios.
En el artículo de hoy quiero romper una lanza en favor del español.
Cada domingo a la hora de desayunar procuro escuchar una sección del programa No es un día cualquiera que dirige Pepa Fernández en Radio Nacional de España.
La sección a la que me refiero la presenta José María Íñigo (aprox. 9:40am en la 104.9FM). Lleva por título «¡Hablemos español, leches!» y tengo que decir que me encanta. Me hace pasar un buen rato. Totalmente recomendable.
Cada semana Íñigo trae unos cuantos términos y expresiones anglosajonas que empleamos los hispanohablantes en nuestra vida cotidiana y que utilizamos tanto o más que su equivalente española. Así, decimos break en lugar de descanso, spam para correo basura, feedback para retroalimentación (comentario, reacción, opinión), conference call en vez de multiconferencia o back-up para nombrar la copia de seguridad.
Extranjerismos (mayoría de origen anglosajón) que se han ido introduciendo a codazos en nuestra lengua hasta el punto de haber desplazado a su pareja española –que existe, pero que no la utilizamos porque no queremos–. Y la lástima es que algunos términos ya están tan arraigados que la versión española ha quedado arrinconada en el fondo del cajón.
Es una realidad que todos los idiomas se han enriquecido a lo largo de su historia con aportaciones de otras lenguas. Es verdad que los extranjerismos no son rechazables en sí mismos. Y es también cierto que algunas incorporaciones responden a nuevas necesidades expresivas porque no existen, o no es fácil encontrar términos españoles equivalentes. (Real Academia Española sobre el tratamiento de los extranjerismos).
Pero por favor, no los utilicemos de manera innecesaria. Si ya existe una palabra equivalente en español y además está en plena vigencia ¡Vamos a utilizarla!
En mi época de estudiante se contaba una anécdota (la debe conocer media España) que no sé cuánto tiene de cierto o si se trata de una leyenda urbana. Según a quien preguntes unos la atribuyen a Cela y otros a Miguel de Unamuno. Quién sabe…. pudo ser cualquiera de ellos.
Se cuenta que estando el protagonista de nuestra historia dando una conferencia en una Universidad, en un momento dado citó a Shakespeare pronunciando la palabra tal cual se lee en español «saquespeare». Al instante se oyeron los murmullos y cuchicheos de los asistentes a la charla, pero a pesar de ello la conferencia continuó. Al poco rato volvió a mencionar a Shakespeare con su sonido español «saquespeare». Y entonces un estudiante se atrevió a corregirle: «¿No habrá querido decir ‹seikspir› [ˈʃeɪkspɪər]?» A lo que le respondió: «Perdón, creía que la charla era en español. ¿La prefieren en inglés?» Y a partir de ese momento terminó su discurso en inglés.
Si lo hizo adrede o no probablemente nunca lo sabremos. En España, la RAE considera correcto hacer una pronunciación castellanizada de los extranjerismos, es decir, leerlos tal cual están escritos como si fuera español. Aunque hoy día la mayoría de la gente procura pronunciarlos de la forma más parecida posible a la original.
Prácticamente en la actualidad ya no quedan campos o áreas en las que los anglicismos no hayan desembarcado y ganado terreno: moda, internet, deporte, informática, publicidad, etc. La invasión parece imparable. Y el mundillo de la empresa tampoco es ajeno a ello. ¿O acaso no has oído/leído más de una vez estos giros?
Funnel de ventas: embudo de ventas, para referirse al proceso o fases de la venta.
Lead: contacto con quien se espera cerrar una venta.
Target: público objetivo.
Hit: impactos.
KPI: indicador clave del desempeño o métricas que reflejan el camino hacia la consecución de objetivos.
Display: elemento promocional en el punto de venta.
Sampling: acción de distribuir muestras de productos de forma gratuita o promocional.
Churn rate: índice de bajas.
Welcome pack: paquete de bienvenida que se entrega a un nuevo cliente o a un empleado al incorporarse a la empresa.
Sponsor: patrocinador.
Link: enlace.
Crowdsourcing: externalización abierta de tareas.
Crowdfunding: financiación colectiva o en masa.
Me pregunto cuáles son las razones por las que preferimos utilizar la palabra extranjera aunque tengamos otra en español que expresa la misma idea. ¿Lo hacemos porque suenan mejor? ¿Porque mola? ¿Por ser más originales y modernos? ¿Para no sentirnos excluidos del grupo ya que otros lo hacen? ¿Quizá porque algunas palabras son más cortas y nos ahorra 4 o 5 caracteres al tuitear (comodidad)?
Sea por el motivo que sea, el caso es que últimamente percibo que empezamos a perder un poco el norte, adoptando palabras que no nos hacen ninguna falta porque ya existen en nuestra lengua. Utilizarlas para enriquecer nuestra comunicación, sí. Pero sin abusar.
Y para terminar con una sonrisa voy a contar una noticia que publicó Vertele.com en 2013. Al parecer, un jubilado japonés de 71 años presentó una demanda contra la televisión pública nipona por provocarle “angustia emocional” ante el uso excesivo de palabras extranjeras en sus programas, lo que le impedía entender sus contenidos. El hombre decía que la cadena menospreciaba a los televidentes mayores como él porque empleaba con frecuencia vocablos no japoneses a pesar de que existían alternativas más simples. Seguramente a nuestros mayores les pase algo parecido cuando ven según qué programas.
Fernando Lázaro Carreter, que ocupó la silla R mayúscula en la RAE, dijo:
El extranjerismo no es nunca un invasor: acude porque se le llama.
¿Estás de acuerdo con esta cita? ¿Qué opinas tú?
Cuidemos nuestro idioma. Cuidemos nuestra identidad cultural. Yo me lo he propuesto, que falta me hace.
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Pilar, muy entretenido tu post y muy ¡valiente! en estos tiempos, como tu opino que su abuso no enriquece nuestra lengua sino que la empobrece. En «Leave a comment» te dejo mi comentario.
Gracias por compartir tus impresiones.
:)) Jajaja
Aún no he sido capaz de encontrar la manera de cambiar esa parte en la plantilla del blog. Seguiré buscando…
Y muchas gracias a ti por comentar.
Un abrazo.
¡Bien! Por fin conseguí cambiar el «leave a Commment»… 😉
«Efectivamente mi gente se complace más en una cosa a medida que de más lejos viene, y si en ella los hay que sean un poco más ambiciosos, ríanse, aplaudan, y según el ejemplo de los asnos, muevan las orejas a fín de que parezca a los demás que lo comprenden» (Erasmo de Rotterdam- Elogio de la locura)
Creo que la anécdota que atribuyes a Cela o Unamuno sobre Shakespeare fue protagonizada por Salvador de Madariaga.
En cuanto a la denominación como «español» de la lengua castellana, permitidme mostrar mi desacuerdo. Tan español como el castellano es el catalán, el gallego, el vascuence o euskera, el portugués (sí el portugués, lengua de Hispania), el aragonés, el asturleonés, etc.
Saludos,
Javier
Hola Javier:
Nunca había oído que se atribuyera a Salvador de Madariaga, pero la verdad es que me pega mucho más de él que de Unamuno o Cela. Madariaga fue escritor y políglota, así que pensándolo bien es muy probable que protagonizara él esa anécdota. Gracias por el apunte.
Respecto al tema del idioma, yo también creo que la lengua castellana es igual de española que el catalán, el valenciano, el gallego, etc. Sin embargo, cuando hablamos en general del idioma español, éste es el castellano. Pongo un ejemplo con el inglés. ¿Podríamos decir que existe el idioma «estadounidense» o «australiano»? Yo diría que no. Es el «inglés» con variantes y palabras propias, pero no son idiomas en sí mismos. Pues lo mismo se aplica al español que se habla en otros países, en el que la lengua materna es el castellano.
En fin, el tema de las lenguas es siempre muy debatido. 🙂
Muchas gracias por tu comentario.