¿Cumplir la norma es de tontos?

Creo que no me equivoco si digo que la Honestidad es uno de los valores más importantes y más necesarios tanto en la vida como en el mundo laboral. Tanto es así, que no hay empresa que se precie que no la mencione entre sus principios y valores corporativos.

Sin embargo, aunque todas promueven y fomentan la honestidad como norma de conducta dentro de su cultura, siempre habrá unos pocos empleados que se ausenten fingiendo estar enfermos, inflen el kilometraje en la hoja de gastos o no cumplan con sus compromisos de manera deliberada.

Seguramente habéis oído hablar del experimento de la cartera perdida. Lo realizó el año pasado la revista Reader’s Digest para comprobar el grado de honradez en 16 ciudades de todo el mundo. Casualmente, Madrid estaba entre ellas.

Repartieron doce carteras en lugares transitados de cada ciudad y esperaron a ver cómo reaccionaban las personas que las encontraban. Hay que decir que cada billetera contenía, entre otras cosas, 50$ en moneda local (unos 36€), la dirección, fotografía y número de móvil del propietario de la cartera.

La ciudad donde más carteras se recuperaron fue Helsinki (once de doce), seguida de Bombay con nueve carteras devueltas. En la cola aparecían Lisboa, donde sólo se devolvió una (y lo hizo un turista holandés) y Madrid, con dos carteras devueltas.

Experimento-cartera-perdida

¿Esos diez que se quedaron con la cartera ajena, hacen malos al resto de los madrileños? Por supuesto que no, no podemos generalizar ni extrapolar el comportamiento de 10 personas a toda una ciudad, pero en mi opinión sí refleja a grandes rasgos que la honestidad y la honradez no es uno uno de nuestros puntos fuertes. Tenemos otros, pero no ése precisamente.

Centrándonos en la honestidad en el ámbito laboral, el estudio de Paul Feldman (The bagel man) fue pionero en lo que se refiere al sistema de pago por honor en las empresas.

Es una historia muy interesante.

Todo comenzó cuando Paul Feldman (director en un centro de análisis) empezó a llevar bagels a la oficina cada vez que su equipo conseguía un nuevo contrato de investigación. Los basuministro-Bagels-a-oficinagels son estos panecillos o rosquillas que ves en la imagen.

Lo que empezó siendo algo ocasional pasó a ser una costumbre que repetía cada viernes, hasta que con el tiempo, los empleados de otras plantas se enteraron y comenzaron también a demandar bagels. Cuando el volumen de bagels consumidos empezó a ser considerable, para recuperar los costes Feldman decidió colocar un cartel indicando el precio y pidiendo que quien cogiera uno dejara el dinero en una caja habilitada para ello.

La honestidad de sus compañeros puesta a prueba.

¿Qué porcentaje de gente creéis que pagaba?

Exactamente lo hacía un 95%.

Para él supuso una gran sorpresa, y animado por el alto grado de honradez decidió dejar su trabajo e iniciar su propio negocio suministrando bagels a otras empresas. Los amigos trataron de disuadirle argumentando que no era lo mismo llevar bagels a compañeros que te conocían y te apreciaban que hacerlo a completos desconocidos en los que no se podía confiar, pero a pesar de ello se lanzó.

Tras 20 años vendiendo bagels a más de 140 empresas, Feldman se encontró con que tenía suficiente información para analizar la honestidad de los trabajadores de oficinas y averiguar qué factores influían en este peculiar sistema de pago en el que no había ningún tipo de supervisión, basado simplemente en la confianza en los demás.

Las conclusiones fueron estas:

El ratio de gente que cogía bagels sin pagar oscilaba entre un 11-13%.

Feldman siempre supo que no llegaría a igualar el 95% que obtuvo en su anterior trabajo, pero había calculado que para que el negocio fuera viable la tasa de pago no debería bajar del 80%, por lo tanto, que pagaran entorno al 85-90%, era aceptable.

Las mismas personas que no pagaban, casi nunca se rebajaban a llevarse el dinero de la caja. De hecho, muy pocas veces llegó a ocurrir.

El ratio de pago era más alto en pequeñas empresas.

Quizá porque todos se conocían y la vergüenza de que te pillaran no pagando resultaba más difícil de soportar. Por el contrario, en las grandes empresas pasabas más desapercibido y el robo de bagels era más habitual.

Cuanto más arriba en la escalera de poder, más bagels desaparecían sin haber pagado.

Y a pesar de que colocó carteles del estilo “No me imagino a usted enseñándole a su hijo a hacer trampa, ¿por qué lo hace entonces?», el ratio de pago nunca llegó a estar al nivel de las plantas donde se concentraban los empleados de la base de la pirámide. La explicación según Feldman era que los altos ejecutivos estaban acostumbrados a tener cosas sin pagar y a creerse con derecho a hacerlo.

En periodos de bonanza económica la honestidad bajaba. Mientras que en tiempos de crisis y desempleo más gente pagaba.

Cuando el clima era bueno la tasa de pago aumentaba, pero si hacía frío o llovía menos gente pagaba.

Durante las semanas de Navidad y en fechas cercanas al día de Acción de Gracias los robos aumentaban hasta el 15% (Feldman lo achacó a que el estrés de esos días hacía que la gente olvidara pagar), mientras que en las semanas en las que había un solo día de fiesta como el 4 de julio o el día del trabajo la tasa de pago era buena.

Desde pequeños nos han enseñado lo que es correcto e incorrecto, y sin embargo, estos sistemas de pago por honor apelando a la honradez de la gente y que existen en otros países, sería impensable en España. Yo, al menos, nunca he visto cosa igual.

¿Te imaginas que en uno de esos puestos de frutas y verduras que a veces nos encontramos cuando vamos conduciendo por carreteras secundarias, hubiera un letrero que dijera: «2€ la pieza de sandía. Sírvase usted mismo. En la caja hay cambio por si lo necesita. ¡Gracias!»

Esto, que resultaría difícil de creer, es normal en otras culturas. ¿Por qué no aquí?

Se gana mucho siendo honesto… por lo pronto, Respeto, Credibilidad, Aprecio, Confianza e incluso un mejor ambiente en la oficina.

Honradez, Honorabilidad y Honestidad pueden parecen palabras rimbombantes, pero están muy presentes en lo cotidiano. ¿Cómo? Simplemente evitando las trampas a las que me refería al iniciar el post, y además asumiendo tus propios errores sin involucrar a los demás, no haciendo falsas promesas (no es lo mismo que las cosas no salgan como uno espera, que prometer algo que de antemano sabes que no puedes cumplir), no dando viejas excusas, cuidando los recursos que la empresa pone a tu disposición, y no guardándote información que pueda afectar a que los demás rindan más y mejor.

Promueve la honestidad entre tu gente… sin olvidarte de dar ejemplo.

Os dejo una preciosa canción de Billy Joel, Honesty. Disfrutadla.

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